Hace un par de semanas me encontré esta carta en mi muro de Facebook. Y me extraña no haberla leído antes, porque se ve que ha sido todo un éxito en la red.
Se trata de una carta escrita y publicada en su blog por el psicólogo estadounidense Kelly M. Flanagan a su hija pequeña, a quien llama "Cutie-Pie", en la que le dedica unos párrafos para explicarle las bases de una relación de pareja, en reacción a la idea de que siempre es la mujer quien debe "mantener al hombre interesado" para que la pareja funcione.
Es un poco largo, pero vale la pena.
Querida Cutie-Pie,
Recientemente, tu madre y yo estábamos buscando algo en Google. A la mitad de escribir la pregunta, Google nos mostró una lista con las búsquedas más populares en el mundo. La búsqueda más popular en la lista era "Cómo mantenerlo interesado".
Me sorprendió. Revisé varios artículos de la incontable cantidad que aparecieron acerca de cómo ser sexi y sexual, cuándo llevarle una cerveza en vez de un sandwich y las formas de hacerlo sentir más inteligente y superior.
Me enfurecí.
Pequeña, no es, nunca ha sido y nunca será tu trabajo "mantenerlo interesado".
Pequeña, tu única tarea es saber muy dentro de tu alma - en ese lugar inquebrantable que no se transforma por el rechazo, la pérdida o el ego - que tú eres digna de interés (si puedes recordar que todos los demás también son dignos de interés, estarás a punto de ganar la batalla de tu vida. Pero esa es una carta para otro día).
Si puedes estar segura de que vales en este sentido, serás atractiva de la manera más importante del mundo: Atraerás a un chico que sea digno de tu interés y que también querrá pasar su vida invirtiendo todo su interés en ti.
Pequeña, quiero decirte algo acerca del hombre que no necesita que lo mantengan interesado, porque él sabe que tú eres interesante:
No me importa que ponga los codos en la mesa - siempre y cuando él observe la forma como tu nariz se frunce cuando sonríes. Y que luego no pueda dejar de mirarte.
No me importa si no puede jugar golf conmigo - siempre y cuando él pueda jugar con los hijos que le des y disfrute de todas las formas gloriosas y frustrantes en las que se parecen tanto a ti.
No me importa que no persiga el dinero - siempre y cuando él persiga su corazón y siempre lo lleve de vuelta a ti.
No me importa si es fuerte - siempre y cuando él te dé espacio para ejercitar la fuerza que hay en tu corazón.
No me podría importar menos si vota - siempre y cuando se levante cada mañana y te elija un lugar de honor en tu casa y un lugar para venerarte en su corazón.
No me importa el color de su piel - siempre y cuando pinte el lienzo de sus vidas con pinceladas de paciencia, sacrificio, vulnerabilidad y ternura.
No me importa si fue educado en esta religión o en otra o en ninguna - siempre y cuando haya sido educado para valorar lo sagrado y para saber que cada momento de la vida y cada momento que pase contigo es algo profundamente sagrado.
Al final, pequeña, si te topas con un hombre como ese y parece que él y yo no tenemos nada en común, en realidad tendremos en común lo más importante:
Tú.
Porque al final, pequeña, la única cosa que debes hacer para "mantenerlo interesado" es ser tú misma.
Tu hombre eternamente interesado,
Papá.
*****
Esta es la versión en inglés...
Dear Cutie-Pie,
Recently, your mother and I were searching for an answer on Google. Halfway through entering the question, Google returned a list of the most popular searches in the world. Perched at the top of the list was “How to keep him interested.”
It startled me. I scanned several of the countless articles about how to be sexy and sexual, when to bring him a beer versus a sandwich, and the ways to make him feel smart and superior.
And I got angry.
Little One, it is not, has never been, and never will be your job to “keep him interested.”
Little One, your only task is to know deeply in your soul—in that unshakeable place that isn’t rattled by rejection and loss and ego—that you are worthy of interest. (If you can remember that everyone else is worthy of interest also, the battle of your life will be mostly won. But that is a letter for another day.)
If you can trust your worth in this way, you will be attractive in the most important sense of the word: you will attract a boy who is both capable of interest and who wants to spend his one life investing all of his interest in you.
Little One, I want to tell you about the boy who doesn’t need to be keptinterested, because he knows you are interesting:
I don’t care if he puts his elbows on the dinner table—as long as he puts his eyes on the way your nose scrunches when you smile. And then can’t stop looking.
I don’t care if he can’t play a bit of golf with me—as long as he can play with the children you give him and revel in all the glorious and frustrating ways they are just like you.
I don’t care if he doesn’t follow his wallet—as long as he follows his heart and it always leads him back to you.
I don’t care if he is strong—as long as he gives you the space to exercise the strength that is in your heart.
I couldn’t care less how he votes—as long as he wakes up every morning and daily elects you to a place of honor in your home and a place of reverence in his heart.
I don’t care about the color of his skin—as long as he paints the canvas of your lives with brushstrokes of patience, and sacrifice, and vulnerability, and tenderness.
I don’t care if he was raised in this religion or that religion or no religion—as long as he was raised to value the sacred and to know every moment of life, and every moment of life with you, is deeply sacred.
In the end, Little One, if you stumble across a man like that and he and I have nothing else in common, we will have the most important thing in common:
You.
Because in the end, Little One, the only thing you should have to do to “keep him interested” is to be you.
Your eternally interested guy,
Daddy
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