En el año 2002, el mecánico brasileño Alfredo Moser le demostró al mundo que las botellas de Coca-Cola, Pepsi y demás venenos similares podían servir para algo realmente útil después de beber su contenido.
Utilizando las botellas llenas de agua y un poco de cloro, se le ocurrió la forma de iluminar su casa durante el día sin electricidad.
Han pasado varios años desde entonces y en ese tiempo su idea ha llegado a varias partes del mundo. En el caso de este post, a los barrios marginales de Manila, en Filipinas.
¿Cómo funciona? Simplemente por refracción de la luz solar. Los rayos del sol entran verticalmente en la botella y, al atravesar el líquido, éste genera una refracción horizontal de 360º que ilumina toda la habitación.
La idea es hacer agujeros circulares del diámetro de la botella en el tejado metálico de la vivienda, donde se encajan las botellas llenas de agua (el cloro es sólo para evitar que el agua se ponga verde). Después se fija la botella con resina y listo. No hay goteras.
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